[vc_row][vc_column][vc_column_text]Santa Cruz de Tenerife, 12 de septiembre del 2018
Dormir poco podría influir en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer., así lo aseguran un estudio publicado en la revista “Sleep”. Un grupo de científicos analizaron los datos de estilo de vida de miles de adultos mayores. Los que informaron estar muy somnolientos durante el día eran tres veces más propensos de tener depósitos cerebrales de beta amiloide. Esta es una proteína distintiva de la enfermedad de Alzheimer.
El hallazgo se suma a una creciente evidencia de que el sueño de mala calidad podría fomentar el desarrollo de esta forma de demencia, sugiriendo que dormir adecuadamente durante la noche podría ser una forma de ayudar a prevenir la enfermedad de Alzheimer.
El estudio utilizó datos del Estudio Longitudinal de Envejecimiento de Baltimore (BLSA), un estudio a largo plazo iniciado por en 1958 que siguió a miles de voluntarios a medida que envejecen. Como parte de los exámenes periódicos del estudio, los voluntarios cumplimentaron un cuestionario entre 1991 y 2000 en el que se formulaba una pregunta simple de sí o no: «¿Suele adormecerse o quedarse dormido durante el día cuando desea estar despierto?» También se les preguntó: «¿Duerme usted siesta?» con opciones de respuesta de «diario», «1-2 veces por semana», «3-5 veces por semana» y «rara vez o nunca».
Un subgrupo de voluntarios de BLSA también comenzó a recibir ser analizad mediante técnicas de neuroimagen a partir de 1994. En 2005, a algunos de estos participantes se les realizaron pruebas como tomografías por emisión de positrones (PET) usando el compuesto B de Pittsburgh (PiB), un compuesto radioactivo que puede ayudar a identificar placas beta amiloideas en neuronas tejido. Estas placas son un sello distintivo de la enfermedad de Alzheimer.
De esta manera los investigadores identificaron a 123 voluntarios que respondieron a los cuestionarios previos y se sometieron a una PET con PiB casi 16 años más tarde. A continuación, analizaron estos datos para ver si había una correlación entre los participantes que informaron somnolencia durante el día o durante la siesta y si obtuvieron resultados positivos para la presencia de beta-amiloide en sus cerebros.
Una vez ajustados los factores demográficos que podrían influir en la somnolencia diurna, como la edad, el sexo, la educación y el índice de masa corporal, sus resultados mostraron que aquellos que informaron de una somnolencia durante el día tenían tres veces más probabilidades de tener depósitos de beta amiloide que los que no.
«Todavía no sabemos por qué se produce esta asociación», señala Spira. Una posibilidad es que la somnolencia diurna por sí misma pueda de algún modo causar la formación de esta proteína en el cerebro. «Sin embargo, -explica- no podemos descartar que las placas amiloides que estaban presentes en el momento de la evaluación del sueño causaron somnolencia», agregó.
«Pero este nuevo estudio se suma a la creciente evidencia de que un sueño deficiente podría contribuir al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer»,
Lo bueno, añade Spira, es que sugiere que la calidad del sueño podría ser un factor de riesgo modificable al dirigirse a los trastornos que afectan el sueño, como la apnea obstructiva del sueño y el insomnio, así como factores sociales e individuales, como la pérdida de sueño por el trabajo o por ver la televisión. «Todavía no hay cura para la enfermedad de Alzheimer, por lo que debemos hacer todo lo posible para prevenirla. Incluso si se desarrolla una cura, se deben enfatizar las estrategias de prevención», dice Spira. Y concluye: «Priorizar el sueño puede ser una forma de ayudar a prevenir o quizás ralentizar esta condición».
Fuente: Abc
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Centro Neurológico Antonio Alayón, Santa Cruz de Tenerife.
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