Durante este largo periodo de confinamiento debido al COVID-19, en las conversaciones entre amigos y familiares empieza a hablarse de un fenómeno que, en mayor o menor medida, nos está afectando a todos. ¿Qué nos está ocurriendo durante el sueño?.
Los ciclos del sueño se están viendo seriamente afectados
Muchas personas están notando cambios en sus ciclos de sueño, la calidad del descanso, el número de horas que duermen, y otras alteraciones. Seguramente muchos de nosotros hemos notado una serie de fenómenos nuevos:
- Nos cuesta más conciliar el sueño, y durante el día tenemos somnolencia
- Sueño menos reparador, sintiéndonos cansados incluso aunque durmamos suficientes horas
- Más despertares durante la noche, con problemas para volvernos a dormir, o sueño superficial
- Mayor número de pesadillas, o aparición de pesadillas por primera vez
- Presencia de sueños vívidos y muy reales, no necesariamente pesadillas, que además, somos capaces de recordar muy buen cuando nos despertamos
Ante todo debemos saber que estos cambios y alteraciones en nuestro sueño son rigurosamente normales en estas circunstancias, nos pasan a casi todas las personas en esta novedosa situación de confinamiento, y no son patológicas por sí mismas.
¿Por qué ocurre todo esto?. No tiene una explicación única, pero existen explicaciones científicas desde la psicología de la salud
Dormir es fundamental para la supervivencia y, sorprendentemente, está presente en casi todo el reino animal. El sueño es un fenómeno muy complejo, con un elevado componente neurológico, endocrino, psicológico y social – ambiental. La combinación de todos estos factores determinan si dormimos más, menos, mejor o peor.
En nuestro caso, el estado de confinamiento de la población durante un largo periodo de tiempo está provocando leves pero significativas alteraciones en nuestro sistema neuro-endocrino.
El estrés
El estrés es uno de los principales factores que ahora nos están afectando. La situación de “encierro” debido al confinamiento, tensiones familiares, incertidumbre al futuro económico y laboral, miedo a enfermar o preocupación por nuestros seres queridos, hacen que nuestro organismo esté en estado de “alarma”, por lo que fabrica mayor cantidad de hormonas relacionadas con el estrés, como son el cortisol y la adrenalina.
Estas hormonas, cuya función fisiológica es prepararnos para la lucha y la huida en situaciones de peligro, también provocan una disminución en la necesidad de sueño. Por lo tanto, su presencia aumenta el riesgo de insomnio.
Malos hábitos de sueño
Muchas personas actualmente no están acudiendo a trabajar o a su lugar de estudios durante el confinamiento. Además, hemos perdido nuestras rutinas habituales de actividades diarias. Esto nos lleva a descuidar nuestra disciplina de descanso.
Vemos la televisión hasta más tarde, no ponemos el despertador para ir a trabajar, dormimos siestas, entre otros. Esta “mala higiene de sueño” hace que cambien nuestros hábitos nocturnos, lo que dificulta la readaptación del cuerpo a la nueva situación.
Falta de luz solar y actividad física
Los ciclos de sueño-vigilia, también llamados “Ciclos Circadianos” son nuestro “reloj biológico” que nos marcan cuando debemos dormir o cuando debemos despertar. Están fuertemente influenciados por nuestras rutinas, pero también por la exposición a la luz solar y la actividad física que realicemos.
Durante el confinamiento en nuestros hogares, ambos factores disminuyen, recibimos menos luz natural y llevamos una vida más sedentaria, haciendo que nuestro “reloj biológico” no logre adaptarse y mantener estable nuestros ciclos de sueño.
Número de horas de sueño
Dado que muchas personas no están acudiendo a trabajar o estudiar, estamos aprovechando para despertarnos más tarde. Para muchos, esto implica dormir más horas. El ciclo de sueño se compone neurofisiológicamente de fases, siendo en una de ellas, la fase de sueño profundo o “fase R.E.M.” que ocurre aproximadamente cada 90 minutos, en la que soñamos.
Un mayor número de horas durmiendo hace que pasemos por más fases R.E.M., lo que aumenta las posibilidades de despertarnos en ese momento. Es por esto que durante el confinamiento tenemos la percepción de soñar más, o de recordar más nuestros sueños.
Conclusión
Como podemos observar, todo lo que nos está ocurriendo son fenómenos naturales y comunes, en la mayoría de los casos transitorios y que no son patológicos por sí mismos. Mantener nuestras rutinas todo lo posible, incluyendo procurar acostarnos siempre a la misma hora, realizar actividad física en el hogar, evitar consumo de estimulantes como café y té, y realizar actividades de relajación, nos pueden ayudar a mejorar nuestra calidad de sueño durante este duro periodo de confinamiento en nuestros hogares.
Para cualquer consulta, duda o si desea más información sobre los trastornos del sueño, puede ponerse en contacto con el servicio de Neurología de Centro Neurológico Antonio Alayón (Santa Cruz de Tenerife – Tenerife).
Neurología.