En este artículo queremos centrarnos en un problema muy común que les sucede a muchas personas tras haber sufrido un ictus: los cambios emocionales y de conducta. Estas alteraciones afectan en gran medida tanto al paciente como a los familiares.
No estamos acostumbrados a tomar conciencia acerca de los problemas emocionales y de conducta tras un ictus
Esta es una cuestión que consideramos muy importante abordarla debido a que el ictus es una enfermedad muy prevalente que va en aumento. Es una patología que está ligada en gran medida a la edad, la esperanza de vida cada vez es mayor por lo que cada vez hay más ictus. Se salvan más a las personas aunque a la mayoría les quedan secuelas.
Por lo general estamos acostumbrados a ver las secuelas motoras que deja esta enfermedad, como es el caso de la hemiplejia (pérdida de la movilidad de media parte del cuerpo). En menor medida vemos e identificamos la afasia (problemas del lenguaje) como secuela del ictus.
Lo que no estamos nada acostumbrados es a tomar conciencia que siendo una lesión cerebral pueda producir en muchos de los casos, importantes problemas psicológicos además de cambios bruscos en las emociones, aspectos cognitivos y en la conducta del paciente.
La calidad de la rehabilitación se puede ver seriamente afectada
Dentro de estas alteraciones la más común es la depresión post ictus. La sufren hasta el 33% de los pacientes que han sufrido un ictus y aparece principalmente al año de haber tenido el ictus. Una depresión no tratada se traduce en resultados de rehabilitación más pobres.
Además muchos pacientes sufren cuadros de ansiedad, lo que genera un contratiempo a la hora de llevar a cabo la rehabilitación.
Otros afectados sufren de cuadros de irritabilidad. Esto produce muchas dificultades en la convivencia con los familiares.
La apatía suele aparecer también en muchos sobrevivientes a un accidente cerebrovascular. Es una pérdida completa de iniciativa que presenta el paciente aparte de la indiferencia emocional. Esto provoca mucho sufrimiento e impotencia en los familiares.
Rigidez, egocentrismo, impulsividad o trastornos del sueño
En las alteraciones conductuales tenemos como más comunes la rigidez que se caracteriza por la incapacidad de realizar distintos cursos de acción. Es decir provoca la incapacidad de marcarse una meta y llevarla hasta el final.
Además del egocentrismo, que merma por completo que tengamos en cuenta las necesidades de las personas que nos están apoyando en la enfermedad. Una alteración sin duda que golpea de lleno a los familiares e imposibilita en parte a los profesionales que se encargan de la rehabilitación.
Trastornos del sueño e impulsividad son otros ejemplos de cambios originados por esta patología.
La importancia de tratar las alteraciones que origina el accidente cerebrovascular
Ocurre con frecuencia que muchas personas creen que al haber tenido una lesión que ha provocado unas secuelas lo normal es estar triste. Y esto realmente no es así, hay que pedir ayuda.
Además de la depresión se debe tratar cualquier otro tipo de alteración como la ansiedad, irritabilidad, impulsividad, calidad del sueño,…
Este tratamiento es combinado entre fármacos y terapia no farmacológica que van a ser de gran ayuda tanto para que el paciente opte a un mejor abordaje de su rehabilitación como para los familiares que están junto a él.
Para ello es sumamente importante que exista un reconocimiento propio por parte del paciente. La comunicación paciente – familia es clave para ello, ya que en estos aspectos se trabaja tanto con la persona que ha sufrido el ictus como con la familia.
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Para cualquier duda, consulta o si desea ampliar información sobre rehabilitación del ictus puede ponerse en contacto con nuestro servicio de Neurología de Centro Neurológico Antonio Alayón (Santa Cruz de Tenerife – Tenerife).
Cambios emocionales y de conducta después de un ictus.
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