La epilepsia (del latín epilepsĭa, a su vez del griego ἐπιληψία, ‘intercepción’), es una enfermedad neurológica que puede afectar a cualquier rango de edad y sexo, que consiste, de forma simplificada, en una alteración de la actividad eléctrica cerebral por distintos motivos. 

A la crisis epiléptica también se le denomina “crisis comicial”, dado que cuentan los historiadores que el propio Julio César padecía esta enfermedad, sufriendo este mal durante los “comicios” o Asambleas Romanas. De ahí, el nombre que se le viene dando hasta la actualidad. 

Fundamentalmente, la epilepsia es la ocurrencia de “crisis epilépticas”Estas crisis pueden ser las que la mayoría de gente conoce, la “crisis convulsiva” o “tónico-clónica” u otras manifestaciones más frecuentes, como crisis de ausencia, desconexiones, o conductas extrañas y/o aberrantes. Todo esto es debido a una alteración de la respuesta eléctrica cerebral.

La causa de la Epilepsia puede ser múltiple, como un origen genético, causado por traumatismos cráneo-encefálicos, malformaciones cerebrales, daño cerebral multicausalperinatal, ACV’s, trastornos metabólicos, infecciones, secundarias a otras enfermedades neurológicas, o simplemente “idiopáticas”, es decir, sin causa alguna conocida. 

La epilepsia es una enfermedad conocida desde la antigüedad, desde hace miles de años, recibiendo diversos nombres. Ya era conocida por los antiguos griegos, mesopotámicos, tibetanos, babilonios, etc. Hoy en día, la epilepsia es una enfermedad bien estudiada por la medicina moderna, en la mayoría de los casos tratable, con un amplio abanico de tratamientos farmacológicos o incluso quirúrgicos seguros y efectivos, que hace que en su mayoría, los niños y adultos afectos de epilepsia puedan hacer una vida rigurosamente normal, sin crisis y con escasos efectos secundarios.

Por el contrario y aunque sorprenda, a día de hoy existe aún un gran estigma social sobre esta enfermedad. Fue considerada durante siglos como un “castigo divino”, una “posesión demoniaca” o una consecuencia de las malas acciones pasadas de los padres del niño, visión afortunadamente ya superada. Sin embargo, en nuestros días existe un estigma que aún no se ha logrado superar, la percepción de discapacidadfragilidad o dependencia de la persona epiléptica. IMG_3062

Cuando conocemos a alguien que nos cuenta ser epiléptico, seguimos imaginando en ocasiones un enfermo crónico, frágil, que no puede valerse por sí mismo, que en cualquier momento puede tener una crisis y “morir”. Si a veces pensamos esto de un amigo o conocido, ¿qué no pensaremos cuando el neurólogo nos dice que nuestro hijo/a es epiléptico?.

La reacción natural de los padres será el miedo, ¿Cuándo tendrá las crisis? ¿se puede morir asfixiado? ¿y si le pasa en el colegio? ¿y si le ocurre en la calle y le atropella un coche?. Múltiples terribles escenarios nos podemos plantear, en la mayoría de los casos, ese miedo solo existe en nuestra cabeza. A partir de este momento, si los progenitores no han sido debidamente informados y educados por parte de los profesionales de la neurología, pediatría o neuropsicología, los mitos y leyendas asociadas tradicionalmente a esta enfermedad, podría condicionar la educación del niño/a. 

Con frecuencia, vemos en nuestra consulta de neurología y psicología niños y adultos (ubicada en Santa Cruz de Tenerife) afectos de epilepsia sobreprotegidos, que han sido criados entre algodones, como jarrones de cristal, donde la epilepsia ya es algo anecdótico en su vida (muchos ni recuerdan cuando tuvieron la última crisis gracias a los modernos tratamientos), pero están terriblemente limitados en su independencia personal, en su autonomía, en su adultez, al haber sido criados bajo el estigma del “pobre niño epiléptico”. En estos casos, la epilepsia ya no es una enfermedad importante, lo que verdaderamente puede llegar a condicionar la vida de ese niño, que será adulto, es la sobreprotección recibida por unos padres con más buena voluntad que conocimiento e información. 

Actualmente, la epilepsia es, en la mayoría de los casos, una enfermedad tratable y en muchos casos, curable, donde el niño y adulto que la padecen pueden hacer una vida rigurosamente normal. Por lo tanto, es fundamental la adecuada formación de los padres del niño en esta enfermedad, no solo con el fin de aumentar el éxito del tratamiento, sino para crear adultos sanos, autónomos, y con la autoestima y autoconcepto que necesitan.

Para cualquier duda o consulta o si deseas ampliar información, puedes ponerte en contacto con nuestros servicios de Neuropsicología, Neurologia o Psicología.

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Centro Neurológico Antonio Alayón, Santa Cruz de Tenerife.

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