Cuando el Alzheimer toca la puerta de casa y entra sin pedir permiso para quedarse con nosotros, todo se trastoca. De buenas a primeras, sin esperarlo y sin tiempo prácticamente para reaccionar, tenemos que enfrentarnos tanto el enfermo como el cuidador del familiar con Alzheimer, a una enfermedad que, por lo general, sabemos más bien poco por no decir nada.

Ser cuidador de una paciente con Alzheimer resulta un gesto de amor incondicional y gran sacrificio por parte de quien asume la responsabilidad.

Como cambia la vida del familiar del enfermo de Alzheimer

Como por desgracia bien saben todas los familiares que han tenido un paciente con Alzheimer, la vida les cambia radicalmente.  La dinámica familiar se ve frecuentemente afectada por el Alzheimer. Su madre, padre, hermano….deja de ser la persona que era y se vuelve una persona que necesita ayuda y, por lo tanto, hay que ayudar.

El Alzheimer provoca en quien lo sufre, la pérdida progresiva de todas las funciones cognitivas, como son la orientación, la memoria, la atención, el lenguaje, las funciones ejecutivas, praxias, gnosias y habilidades visoespaciales. Lo que provoca la incapacidad en el afectado para la realización de las actividades normales de la vida diaria. Convirtiéndose en una persona dependiente.

Recordamos que la enfermedad de Alzheimer es la demencia más habitual, seguido de la demencia vascular (conocida también por la enfermedad de pequeño vaso), la demencia frontotemporal y la demencia con cuerpos de Lewy.

¿Cómo afecta esta nueva condición? ¿Quién desempeña los cuidados del enfermo?

El paciente de Alzheimer es una persona que necesita toda la ayuda habida y por haber. Progresivamente, va requiriendo cada vez más, hasta que llega un punto que demanda una atención prácticamente durante las 24 horas del día.

Esa «carga» de los cuidados es difícil de acordar en ocasiones. Existen conflictos familiares habituales acerca de quién se hace cargo del enfermo.

Hay acuerdos en los que se reparten la labor, cómo un tiempo estoy yo con «mamá o papá» otro tiempo estás tú, ponemos dinero (siempre que se pueda) para contratar a un cuidador profesional o en otros casos ingresamos a «mamá o papá» en una residencia de ancianos para que lo atiendan, o bien hacemos cargo habitualmente a la «hija» de los cuidados más importantes y diarios.

Alicia Méndez González, neuropsicóloga del Centro Neurológico Antonio Alayón.

La figura del cuidador es clave en la vida de una persona dependiente

Casi un 90% de los cuidadores son mujeres y el 70% superan los 70 años de edad, lo que genera un sobreesfuerzo tanto físico como mental, a lo que hay que sumar que la mayor parte de cuidadores no están lo suficientemente preparados ni formados para afrontar este nuevo rol.

Esto, sin duda, es muy alarmante tanto para el enfermo como para sus familiares. Un claro ejemplo de la imperiosa falta de ayuda que tienen los cuidadores no profesionales y las carencias. Un rol que se asume por necesidad en la mayoría de los casos cuando aparece la enfermedad y que no es nada sencillo de desempeñar.

El impacto que produce el Alzheimer en el cuidador puede llegar a ser devastador, ya que se trata de una largo proceso que va absorbiendo día a día cada vez más al cuidador principal. Esto se traduce en un grave impacto en la salud tanto física como psíquica del cuidador, así como en el ámbito económico y social. Lo que puede desencadenar con suma facilidad al popular y temido «Síndrome del Cuidador Quemado».

El síndrome del cuidador quemado es una consecuencia que sufren muchos cuidadores

Este síndrome suele estar provocado por la dificultad que enfrenta el cuidador por el cambio radical de vida, así como el desgaste que le genera la persona enferma, la cual suele ser un familiar o un ser querido que va perdiendo progresivamente sus facultades físicas y mentales.

El desgaste que causa hacerse cargo de un paciente puede ocasionarle problemas interpersonales así como sentimientos de desesperanza la mayor parte del tiempo, resentimiento hacia la persona que cuida, pensamientos de suicidio o de abandono, frecuentes dolores de cabeza o de espalda, pérdida de energía, sensación de cansancio, y aislamiento. Puedes leer más del síndrome del cuidador quemado haciendo clic aquí.

La media diaria de dedicación casi exclusiva del cuidador de Alzheimer es de 15 horas durante los siete días de la semana, ya que la propia enfermedad va provocando que la persona afectada sea cada vez más dependiente.

Ante cualquier duda, consulta o si desea ampliar información sobre la enfermedad de Alzheimer u otras demencias, puede ponerse en contacto con el servicio de Neurologia de Centro Neurológico Antonio Alayón.

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Artículo elaborado por Alicia Méndez González, neuropsicóloga.

Cuidador de Alzheimer.

Neurología.

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